viernes, 30 de octubre de 2009

Sucedió en la Ciudad


-- ¡Súbete, infeliz!

El pobre y atolondrado Gumersindo no tenía alternativa. Se subió al coche que manejaba su leonina novia y guardó religioso silencio sin levantar la mirada.
-- ¡Ahora sí, cabroncito, me vas a explicar, ¿por qué, por qué y por qué me regalaste rosas rosas y no rojas, si ya sabes que las rosas rosas las detesto en extremo!?
Gumersindo, con un profundo pesar, intentó hablar: -- Er... er... cof,cof...yo...este...
-- ¡Háblame, carajo contigo! Ah, y ahora que recuerdo, quiero que me digas por qué me estuviste llamando el fin de semana anteriosr, si ya sabías que me fui a las playas de Cancún con el mamado de Eufrosino y sus amigos-- arremetió ella.

Pedra, al ver que su pusilánime y estúpido novio estaba a punto de soltar el llanto, lo instó a que le diera una buena razón de las preguntas que le había hecho.
-- ¡No te hagas, Gumer! --Y acto seguido la emprendió contra él a golpes, patadas, bofetadas y piquetes de ojos, al saber que podía protestar, ya que estaba siendo atacado e insultado sin causa aparente.
Gumer retiró con suavidad a su novia Pedra y procedió a hablar:
-- ¡Oyeme, remedo de vendedora de jitomates! ¿Qué crees que porque me ves flaquito, con lentes y muy nerd, por eso vas a abusar de mi paciencia?
Ya no pudo seguir hablando, pues de la frenética emoción por la que atravesaba, la voz le temblaba, un sudor frío apareció en su rostro y espalda, así como una lágrima titubeante se estremecía en uno de sus ojos color gris cielo.
-- ¿Cómo? ¿Cómo me dijiste? ¡Imbécil, idiota, estúpido! Pero ya me lo decía mi fina y educada mamá Dorita, "Ese tipo no te conviene. El sí fue a la escuela y tú no, hijita. Búscate un chofer o un carretonero, o alguien que vaya más con tu categoría de muchachita asirvientada.".

Gumer volteó a ver a su atribulada y esquizofrénica novia y notó que empezaba a hacer pucheros en el silencio oscuro del auto. Sin perder tiempo, dijo: -- ¡Aquí me bajo, nos vemos!
Pedra, con agilidad felina lo detuvo de la chamarra y lo jaló con inusitada fuerza, para seguirle pegando y descargando toda su fea neurosis.Sólo que al jalonearlo se lastimó una uña, y entonces sí lloró. Y lo hizo con unas ganas grandiosas, pues le dolía más la uña que el hecho de que su ratonil novio se estuviera defendiendo a capa y espada.

-- ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me haces sufrir así?. Se hizo un largo e incómodo silencio. Gumersindo, al ver llorar a moco tendido a Pedra, quiso hacer algo, ayudarla, abrazarla o besarla. Pero esa situación lo hizo volverse un hombre duro; un hombre a prueba de todo, y sólo se le quedó viendo con complaciente indulgencia.

Pedra rompió su mutismo:-- Ya me voy, bájate, pero nunca se me va a olvidar esto que me hiciste.
Gumersindo se bajó y antes de cerrar vio que su novia estaba hecha un mar de llanto y le espetó:-- ¡Ni a mi tampoco!
Se oyó un rechinido de llantas, el coche se alejó a toda velocidad y a dos semáforos de distancia, se le atravesó un árbol que pacíficamente reposaba en el camellón, quedando el auto y el cuerpo de Pedra completamente deshechos.
Gumer se tornó cabizbajo y meditabundo. Era un hombre de carácter recio. Encendió un cigarro, enarcó la ceja izquierda y se retiró del lugar, quedando emocionalmente dañado. Desde entonces no tiene novia.
 


laj

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