viernes, 23 de octubre de 2009

Concierto Para Dos


Volteé por última vez a verte y al fin nuestras miradas se encontraron. Un vuelco dio mi abatido corazón al ver que te habías percatado de mi presencia. Apreté los dientes esperando a que tomaras la iniciativa. Tú, impasible, me atravesaste con una mirada de inigualable desdén. Te levantaste de tu butaca y saliste de la sala. Sufrí lo indecible al saber que no era de tu más mínimo agrado. El Director de la orquesta se dio cuenta de nuestro involuntario espectáculo y detuvo la música para carcajearse de mi poca suerte. Me señaló con la batuta y en un segundo todos los miembros de la orquesta reían descaradamente.

Tragué saliva varias veces y decidí salir de la sala para que tocaran para ellos mismos. El Director, entonces, soltó un despavorido grito que retumbó en la mismísima bóveda celeste, al saber que mientras él dirigía a su orquesta, no habría público en la sala que los escuchara.


laj

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