jueves, 29 de octubre de 2009

La Gata Loca

La gata Mercedes tuvo severos problemas con las drogas. Su pasión era la marihuana, el thinner y sobre todo el cemento. Ni aun la leche le gustaba tanto como el mismo hecho de ponerse hasta atrás con los inhalantes. Era tremenda. Una vez puesta en el viaje nadie la detenía. Se colgaba de las cortinas, arañaba a los vecinos, se mordía la cola con rabiosa fuerza, atacaba a quien fuera al menor descuido. Era todo un caso de la vida real.

Una vez pasado el efecto de los enervantes volvía a la tranquila y normal paz a la que estaba habituada. Le ardía la garganta, le lloraban los ojos y la cabeza le dolía espantosamente. Su lengua reseca buscaba afanosamente algún líquido refrescante que le hiciera olvidar el amargo sabor de la droga.

Sus amos, cuando sabían que había vuelto a drogarse, le dejaban de hablar por algunos días hasta que se les pasaba el coraje. La gata Mercedes se llenaba de pesar, pero lo más jocoso es que no se arrepentía. Lo único que sentía era que le había fallado a sus dueños, puesto que una vez prometió solemnemente sobre la Biblia que no lo volvería a hacer.

Harta de la situación y viendo que las drogas eran su vida, y que aun sin el permiso de sus amos lo seguiría haciendo, la gata pensó en tirarse a las garras de los gatos y abandonarse a su suerte incierta. Su amo se dio cuenta de las cosas y de inmediato la llevó a un Centro de Readaptación Social para Gatas en Mal Estado Mental.

Pasaron los meses y la gata Mercedes salió como nueva de ahí, pero con una mirada de fastidio e infelicidad que no podía ocultar; así como una inquietante pérdida de peso y unas ojeras enormes.

Su vida siguió siendo normal en casa de sus amos. Todo parecía ser dicha y felicidad en ese hogar, cuando sorpresivamente, un día gris, de esos que el destino de vez en cuando nos envía, Mercedes apareció ahorcada en el cordón del cortinero. Tirada en el suelo había una nota aclaratoria que a la letra decía: "No se culpe a nadie de mi muerte, lo hice como hice todas las cosas en mi vida: porque quise. No me arrepíento, no lloren, no vale la pena. Quiero que sepan que siempre los quise y me encariñé mucho con ustedes, pero esto de las drogas fue más fuerte que yo. Adiós. Un beso a todas y arañazos y lenguetazos a todos. Mercedes, su Gata"

Se oyó un sollozo ahogado provocado por los ahí presentes y la casa se tornó gris, muy gris. Mercedes fue aventada de inmediato a los perros bravos de la señora gorda del 5, para que ya no sufriera-- si es que aún lo hacía --.

A treinta años de tu muerte, te recordamos como al ser que más hemos querido todos y cada uno de los miembros de esta familia. Te extrañamos. Reza por nosotros.



laj

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