viernes, 23 de octubre de 2009

La Guajo

Había una pandilla en la colonia que desapareció gracias a que su jefe pereció en una situación muy extraña. Eran muy malos y despiadados. No perdonaban cuando se decidían hacer daño a alguien. Se cuenta que el "Pelé", cabecilla de la banda, dejaba corazones rotos por los barrios donde andaba haciendo de las suyas.

Pues bien, la "Guajo", mesera en un establecimiento de comidas corridas de primera calidad, fue la principal sospechosa en la curiosa muerte de este indeseable ser.

Se dice que el  "Pelé", fue a comer a la fonda "Susy" con dos de sus secuaces. Días antes, el "Pelé" le había prometido el cielo y las estrellas a la "Guajo", y ella, ingenua, le creyó y le abrió las puertas de su corazón. Este sujeto le mintió, como a las demás y después ya ni se acordaba de ella.

La "Guajo", apócope de guajolota, mujer de gruesos encantos, despechada, se volvió peligrosa y urdió una venganza tan cruel como perfecta.

Sabiendo que al "Pelé" le gustaba comer rico y barato, sospechaba que regresaría. Y como fue. Ese día fue el último que vio el sol este truhán. La gruesa mesera les sirvió sopita de fideos calientita; arroz con un huevo estrellado y un mortal bistec de rodilla de gorila. La carne estaba tan, pero tan dura, que el "Pelé" y sus secuaces, al hincar el diente en el guisado, más de tres piezas dentales de cada uno se fusionaron con el bocado, provocando una dolorosa y lenta asfixia en los tres malandrines. Al ir cayendo al suelo todavía quisieron decirle algo a la "Guajo", pero sólo se le quedaron viendo feo y se desplomaron al piso, muertos.

La "Guajo" fue encerrada por triple homicidio. Se sabe que en pocas horas saldrá de la cárcel. Sólo le dieron seis días y tuvo que pagar una multa de quince pesos por los gastos de la policía al trasladarse a la fonda "Susy", en metrobús.



laj
 













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