jueves, 14 de octubre de 2010

Ataque Bigotón

Está cundiendo una epidemia de proporciones bíblicas en los estados del norte, noreste, noroeste y todos los del sur del país. Zoólogos, físicos, antropólogos y científicos de todo el mundo están llegando a la ciudad de México para reunirse con las más altas autoridades sanitarias y llegar a un punto de acuerdo para detener esto que puede convertirse en una pandemia de características casi letales por necesidad.


Resulta que donde existe ganado bovino, hay murciélagos que campantemente les gusta alimentarse de estos grandes animales durante las noches. Pues bien, debido a las constantes travesías que llevan a cabo estos ratones con alas por aquí y por allá, se han transformado genéticamente con el paso de los últimos meses. Esto ha provocado que les salga bigote a cada murciélago que vuela y se alimenta de los bóvidois que pastan al aire libre en los estados del país. Mucha gente pensará: "¿y eso qué tiene de espectacular, pues se sabe que los murciélagos siempre han usado un bigotito como el de los ratones?". Bueno, pues ahí está el meollo del asunto, el bigote que les ha brotado a estos animalitos voladores se asemeja al de los seres humanos. Y no digo nada más al de los hombres, porque debido a este latoso comportamiento de andar mordiendo vacas en las noches, en las rancherías,¡ los murciélagos han inoculado un virus que se multiplica a una velocidad espantosamente rápida al sexo femenino al tomar leche!

Las compañías que venden leche están a un tris de quebrar porque la población ya sabe de dónde viene ese mal que "abigotona" a las mujeres de casa. Sólo se han salvado aquellas damas que no consumen leche de ningún tipo; ni light, ni deslactosada, ni entera, ni bautizada. Esas son las sanas y no les sale ese folículo piloso que aunque se lo rasuren ahí está dando guerra al salir una y otra vez y hasta la fecha no hay cura.


Mas que un problema de estética, es ya de salud pública, porque se están empezando a dar casos a lo largo del país de que van seis mujeres que se suicidan por tan molesto intruso. Tres de ellas eran menores de edad.
El Gobierno de México quiere detener esto antes de que haya enfrentamientos con los caballeros, que en un ataque de celos puedan desgreñar a sus ahora rivales de pelos en la cara. 

Todo en la vida tiene sus dos partes de la historia, y mientras las compañías lecheras sudan la gota gorda por saber cómo le van a hacer para subsistir, las compañías de navajas y rastrillos están teniendo ganancias económicas insospechadas.

Por lo pronto, si es usted mujer y no quiere lucir como charro sin sombrero, no tome ningún tipo de leche; y si es hombre y quiere que le salga bigote, ni lo intente, no sirve. Las autoridades, no tardan en convocar a una conferencia de prensa a todos los medios nacionales e internacionales para explicar lo que está sucediendo.




Fin
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lunes, 11 de octubre de 2010

¿Qué?

Epícteto Antúnez era un hombre forjado a sí mismo, bajo las normas rudas del campo y de sus antecesores 
en un pueblo donde ser hombre era una cualidad, una virtud de la cual no escapaban los pertenecientes a esta población, a una disciplina de soldado en guerra. Tenía siete familias. Lo quería así y las podía mantener. El régimen de usos y costumbres en este poblado del sur del país era el órgano rector y lo que Epícteto hacía no era criticado, al contrario, era bien visto. 

Acostumbrado a comer jabalíes, murciélagos, ratones de campo, topos, castores, tigres de bengala, jaguares y los animalitos propios de la zona, diariamente salía a cazar con ocho de los hijos que en total tenía con sus siete mujeres y les enseñaba el uso de las armas, tácticas de guerrillas y el fino arte de saber cómo esconderse en la selva y sobrevivir a toda costa a cualquier peligro.

Una fría mañana, el sol no acababa de aparecer por el este, ahí iban todos sus ocho hijos y él. De improviso Velino, el mayor de todos, que contaba con dieciséis años, cayó con todo y el rifle que llevaba agarrado, a un cenote de agua cristalina que nunca habían visto. Los cenotes son ojos de agua que no son muy extensos, éste debía medir como ocho metros de ancho y generalmente llegan a tener una profundidad de ¡setenta y cinco metros en adelante! Don Epícteto, apurado se arrojó al agua, acordándose en el aire que no sabía nadar. Sus otros hijos hicieron exactamente lo mismo.


Estos cenotes siempre están comunicados por cámaras profundas que conectan a todo el planeta Tierra por medio de ríos y mares subterráneos. Alrededor de estos lugares mágicos, se tejen historias desde hace muchas generaciones mayas, que cuentan que quien entra a uno de estos lugares húmedos, tendrá vida eterna. Pero maldito será aquél que quiera llevarse las piedras preciosas y los tesoros que aún conservan algunos ojos de agua. Hay dioses cuidando eternamente estos designios sagrados.


Sus ocho hijos: Velino, Tiburcio, Eufrosino, Gumersindo, Espiridión, Margarito, Claudio y Taurino y él, se ahogaron a los pocos minutos de querer salvarse unos a otros. Sus madres y las mujeres de este hombre lloraron la desdicha y les hicieron un ritual en la entrada de este cenote que estaba tapizado con hojas de árboles y por eso nunca lo vio Velino y cayó a él, provocando esta tragedia.


A seiscientos kilómetros de ahí, ya muy cerca de la parte más septentrional de la península de Yucatán, cuentan ciertos cartógrafos y antropólogos que no hace muchos meses, se ha establecido una tribu de nueve hombres, que decidieron aposentarse en una zona abierta, rodeada de pequeñas montañas, circundada por unos veinticinco cenotes que se cree que aún permanecen vírgenes. 


Nadie sabe de dónde han llegado estos hombres, ni cuándo se irán. Lo que sí es que cuidan y procuran mucho esta zona, la misma donde yacen estos hermosos cenotes sagrados y todos los días salen a cazar animales y a perseguir doncellas.




laj
Fin