domingo, 21 de febrero de 2010

¡Qué Susto!

Devoto como soy de mi religión, asisto como todas las noches después de trabajar a recibir caricias espirituales y a aprender a cómo asemejarme a alguno de los pastores que regularmente imparten sus amplísimos y vastos conocimientos del tema. Es increíble tantas cosas que saben. Apoyados en las Escrituras y en publicaciones anexadas de nuestra propia organización, pueden hablar sobre cualquier tema que venga en el programa, claro. No aceptan interrupciones y mucho menos interpelaciones con el fin de hacerles ver sus carencias enciclopédicas. En el transcurso del tiempo que han estado entre nosotros, no importando si sólo tienen la primaria como máximo nivel de estudios, pueden llegar a aspirar al máximo grado dentro de nuestra leal conglomeración humana. El nivel promedio de estudios de la gente que asiste con regularidad a este templo es de primero de secundaria. ¡N´ombre, el nivel es de primer mundo! Yo no los juzgo, al contrario, los admiro. Rabiosamente los admiro. Creo que ya no tengo la edad y el tiempo para ser como ellos. Píos, dueños de sí mismos, algunos con una retórica que no checa con su carita de ignorantes, efusivos  movimientos de manos y cabeza acompañan sus airados discursos; todos ellos enfocados a lo mismo: advertir sobre la devastación mundial. He visto que este es el bolillito del día a día. Las religiones subsisten como las armas nucleares y como los gobiernos: a base de miedo se sostienen en el poder. Con base en amenazas y terrorismo sutil, saben que pueden seguir viviendo de los fieles, de los votantes, del planeta.


En eso pensaba mi mentecita, cuando después de casi romperle la quijada dos veces a la señora de al lado, de dos cabezazos que se quedaron en el aire, decidí dormirme un ratito recargando mi cabeza en la pared. "Ahorita que están los anuncios", me dije. Por ahí oía la voz de un niño, que como a todos los infantes en esta confederación, deben hablar al público desde los cuatro años. Mientras más rápido comiencen en el arte de la oratoria, mejor será. Leía algo de visitas de la gente líder de la comunidad. Vienen de otro país. Eso es bueno porque nosotros como mexicanos le hacemos más caso a unas personas de cabello y ojos con color diferente al nuestro. Aparte, así, no nos pesa tanto soltar las limosnas o contribuciones como decimos nosotros. Aunque haya gente muy humilde--que es la que más hay aquí-- se les pide lo mismo que a los demás. Sé que habemos en esta comunidad muchísima gente sola. Gente deprimida viviendo eternamente en busca de la salvación eterna y olvidando el presente.A veces veo que habemos personas que lo hacemos a propósito. Yo busco llenar este feo vacío en el día con el hecho de ver gente, oir lecturas de cosas buenas, llenarme de energía positiva. Aunque nunca falta la gente llena de ponzoña y de envidia que cree que se va a salvar antes que la vecina. Es interesante observar cómo hay canibalismo humano disfrazado de piedad, de compasión, de mentira.


A mi me convenció un joven que con la mirada llena de fuego piadoso me recibió la primera noche que fui. Me recibió, casi con lágrimas, con la voz temblando: "¡bienvenido a la verdad!". Fue un momento maravilloso; extático. Me sentí santo. Este instante ha cambiado mi vida. Desde entonces asisto con mis compañeros de fe. Más me convencí porque después me platicaron que este pastor fue un ser despreciable y vil. Estuvo en drogas más de quince años y ha sido alcohólico desde los tres años de edad, estando en franca recuperación. Era chofer de transporte público. Me conmovió tanta sinceridad.


Soy un rebelde light. A veces paso a leer y cumplo con lo justo para no ser llamado a cuentas y contemporizo con la fraternidad. No me gusta que me cuestionen por qué no cumplo con mis obligaciones de miembro en este leal grupo.  Sé que a veces me paso al decir lo que pienso. Creo que estoy más mal yo en externar mi sentir que ellos en decirme que el Creador me va a castigar; o lo que es peor, los pastores. Mis dudas y resquemores vienen por cosas de las que me he enterado de estos supuestos serafines en la tierra. Sé que son tan pecadores y gañanes que cualquier hombre con una sana líbido. No digo lo que he visto, simplemente dudo luego pienso.


Al estar soñando y cavilando tan rico creí que había sido suficiente tanto y tan buen descanso. ¡Oh bendito Dios! ¿Qué vieron mis ojos? La nada. La oscuridad. El castigo divino tan anunciado por mis compañeros de grupo. El aire me faltó de tanta ansiedad en la que entré. Sudaba. Primero no me moví ni un ápice. Al no escuchar nada más que puras respiraciones en ese lúgubre instante, y no ver ya nada, absolutamente nada, me levanté de mi lugar a tientas. Me llevé las dos manos al cuello buscando aire para respirar y entonces sí grité como gritan los hombres: ¡Ayúdenme! ¡Estoy ciego! ¡Los designios sagrados se han cumplido sobre mí! ¡Tuvieron toda la razón! ¡No vuelvo a cuestionar nada de nuestra sagrada institución! ¡No vuelvo a dudar del Creador! 


¡Puc! Se hizo la luz. O mejor dicho, regresó. La gente que me conocía como un pequeño diablillo, se rió más que todos los demás. Ingratos. Burlones.


Ahora soy budista-mujaydin.



laj

lunes, 8 de febrero de 2010

Apicultor Enamorado

Una idea loca me ha seguido desde que despìerto hasta que me duermo. Sé que no es normal pensar algo así. Siento un poco de culpa, pero no mucha. Todo, dice mi psiquiatra, se originó en mi cerebro por una insuficiencia de oxígeno al momento de mi nacimiento y por mi forma de ser tan obsesivo. No es algo que sea incapacitante o que sea notado por los demás. Puedo vivir con esto diariamente. El problema surge cuando veo a la causante de mis estrujantes reacciones.

He sido hasta la fecha un apicultor consagrado a mi trabajo diario. Mi vida han sido las abejas. Su cuidado, reproducción y seguimiento me han llevado más de cuarenta años de mi vida. He sido parte de ellas y ellas son para mi todo lo que soy. No me imagino en algún otro trabajo. Me despierto pensando en ellas y me duermo con ellas en mi mente. Pero hay una especialmente que me trae como adolescente enamorado. ¡Sí, enamorado! Es un lindo ejemplar de abeja hembra de unos dos meses de edad, que para ellas ya es una abeja adulta, tiene nariz respingada, ojos profundos y claros, senos pequeños pero picuditos y una cadera excepcional. Ahhh, qué bella es. No puedo evitar pensar todo el día en ella. Cada que muevo la colmena del árbol donde vive al laboratorio para alimentarlas y estudiarlas, he notado como que me echa ojitos. Sé que le gusto. Ninguno se ha atrevido a dar el primer paso. Creo que por tener el nivel más alto entre los dos, debo ser el que haga el primer movimiento. La he tomado entre mis manos y no hay dicha más grande que ver a los ojos del ser amado sea quien sea; esté como esté. Se ve que no aceptaría tener sexo antes del matrimonio. Su mirada es de una mujer comprometida. Estoy pensando cómo pedirle que se case conmigo. Mi deseo por ella es interminable. Y lo que diga la gente me importa un comino. Ya me la imagino la noche de bodas encueradita... ¡¡¡Oh, baby!!!



laj
















viernes, 5 de febrero de 2010

Mecánica Corporal

Lo que a continuación relataré no tiene hasta la fecha una explicación coherente y lógica; ni siquiera médica.
Es un tema que sigue en estudio. No saben los científicos exactamente qué pudo haber pasado  mentalmente con nuestro trabajador que enloqueció y huyó de aquí. Nos preocupa por si algún día, que Dios no lo quiera, vuelve a repetirse algo tan espantosamente escalofríante.


Soy el responsable del Centro Médico Forense de esta comunidad. Como buen médico decido contratar a gente de gran carácter que no le tiene miedo a recoger cadáveres en todo tipo de circunstancias. Los hay aquellos que tienen que, prácticamente recogerlos con pala por las circunstancias tan tremendas de sus fallecimientos. Los cuerpos de gente muerta que más trabajo nos han dado son los que quedan hechos cachos adentro de los trailers que se accidentan en el paso de la carretera. Los fuertes remolinos de viento que se forman entre las dos montañas que vigilan el camino de los autotransportes que van y vienen, hacen que muchos camiones, autos y demás, se volteen con la pura fuerza del aire que sopla a una velocidad insospechada.  Las rectas con las que cuenta el camino son traicioneras. Invitan a la velocidad.
También han afectado los torturados. La gente del crimen organizado no se anda con cosas al matar a sus enemigos, primero les dan un escarmiento tortuoso y después los asesinan. Se dice que estos cuerpos nunca alcanzan la paz en este mundo. A pesar de que tengan cristiana sepultura, siempre retienen bilis, deseos de venganza, ganas de llorar, anhelos de libertad, afán de arrepentimiento y muchas otras cosas más que  se reflejan aún cuando su corazón ha dejado de latir y su cerebro de funcionar.
Hemos visto en la plancha de necropsias casos inauditos, como a un señor que llevaba dos días de muerto, cómo le empezaron a salir lágrimas cuando le di la primera cuchillada en su pecho de piel ya blanca que se empezaba a descomponer. Fue algo raro. Una señorita de unos diecinueve años de edad con tiempo estimado de muerte de unos cuatro días y medio, casi al terminar de coserle su cuerpo para cerrarlo, emitió un claro gemido de dolor. Se dice que era secuestradora. Así han pasado casos que nosotros como gente de ciencia no podemos darle más difusión de la que debe tener. Debemos tener discreción. Recuerdo mucho un señor que llegó sin cabeza a la plancha. La cabeza no ha sido encontrada desde hace seis años y al cuerpo le hicimos la necropsia de ley. Antes de empezar siquiera a lavarlo, el finado levantó la mano izquierda como para rascarse la cabeza. Así. Es justo como pasó lo que les estoy contando. Al no hallar nada se le desplomó la mano y procedimos a cortarlo. No fuera que se le ocurriera hacer otro movimiento inesperado.


Lo que si fue una real broma de la naturaleza fue lo que sucedió con nuestro empleado que acabábamos de contratar hacía apenas unos cuatro meses, Eufrosino. Recio hombre de la sierra guerrerense, quien a todas luces lucía como un ser humano cabal, fuerte, de mirada recia y de músculos labrados al amparo de los sembradíos de Tierra Caliente, su lugar de nacimiento. Estábamos el Dr. Montesinos, El practicante Nuñez, el matacuaz Ramírez y su servidor. Antes de echar un cadáver a la plancha hay que limpiarlo con una manguera con agua a presión, labor de la cual se encargaba este muchacho recién llegado. Estaba en los suyo y nosotros cuatro, platicábamos distraídos, esperando a que Eufrosino empezara su labor y lo veíamos a lo lejos desde la cocineta con la que contamos en el centro de salud, en la salita que está al lado de los baños. Ahí estaba con tapabocas el moreno del sur, cuando entre todos vimos algo que hasta la fecha lo habíamos decidido ocultar. No hemos podido dormir a gusto desde ese funesto día. Nuestro empleado procedió a rociarle agua al cadáver de un hombre que murió asesinado de dieciséis balazos y todo era normalidad. Todo iba bien. Eufrosino irradiaba alegría. Esa alegría que da el quehacer diario. La actividad que provoca remuneración económica. El enaltecimiento del ser. En esas estaba cuando al mojarle la cabeza al ser inerte y aún sangrante, éste se levantó de la plancha, subiendo el torso 90 grados. Dijo algo como: ¡Ay, güey! ¡Esa agua está bien pinche fría! ¿¡Me quieres matar, o qué!? Y así se quedó, en un gesto de rigoris mortis que no pudo ser enderezado nuevamente. El ataúd tuvo que ser hecho especialmente para enterrarlo en la extrañísima forma en la que quedó. La necropsia se hizo como dictan los ordenamientos legales del Estado.
Eufrosino palideció y la mandíbula se le cayó hasta la altura del pecho, un temblor interminable lo atacó y hasta vimos cómo se hizo pipí en los pantalones. Sin decir adiós abrió los ojos espantadísimo y salió corriendo a todo vapor de ahí, exclamando un alarido lastimero que aseguraba su no retorno. 

Todos los demás seguimos trabajando ahí. Siguen pasando cosas, mismas que no les damos ninguna difusión. Todo se queda entre nosotros. La semana pasada una muerta me propuso tener sexo detrás de la puerta del baño y se volvió a dormir.

Lo de nuestro ex empleado de Guerrero sí lo dimos a conocer porque es necesario que eso se sepa. Pocos medios le dieron seguimiento. Por cierto, una investigación a través de satélite, nos ha confirmado que lo vieron por última vez en Togo, Africa corriendo despavorido por la avenida principal de la ciudad espantando a la gente que no sabe su desgracia.



laj

miércoles, 3 de febrero de 2010

Ambición Válida

Nunca me ha gustado el barrio de la Merced, aunque yo trabajo ahí. Vendo elotes en la esquina de Correo Mayor e Izazaga. Vivo en Ciudad Nezahualcóyotl, pero un vecino mío, que trabaja en el gobierno del Distrito Federal, me ha conseguido ese lugar para poner mi puestecito y ayudarme. A pesar de mi difícil situación económica le sé muy bien a las computadoras. Me gusta mucho usar las redes sociales Twitter, Facebook, Hi5,  para intercambiar puntos de vista y hacerle preguntas a gente importante y a famosos y a otros no tanto. Hay de todo, desde los periodistas en todas sus ramas, quienes son a los que más sigo, hasta las fresitas que se meten a perder el tiempo dejando mensajes como:"comiendo dona de azúcar con X". ¡Je, je! ¡Qué pendejadas!

Todo el día trabajo. Una vez que acabo de vender mi rica mercancía me paso al café internet que está enfrente a mi negocio. Sobre Izazaga, cerca de cien señoritas se ponen a  trabajar a eso de las seis de la tarde y hasta quién sabe qué horas de la noche.

Desde que mi cuate influyente me ayudó a poner mi puesto, hace  unos ocho meses, diariamente veo a una flaquita bien linda con la que ya he entablado una relación sentimental muy especial. Me cae bien, me gusta. Se me hace una mujer muy atractiva y aparte tiene veinticuatro añitos bien distribuidos. Los primeros días  le confesaba, me ponía celosísimo que entre diez y quince hombres de todos los tamaños hicieran uso de sus servicios las cuatro horas que diariamente se paraba sobre Izazaga. Su mirada triste, la historia de su vida y sus dos hijos de los que siempre me habla y de los que trae fotos en su bolsa, me conquistaron. Se llama Eduviges. Viene de Guerrero y dice que se tuvo que dedicar a este rudo oficio porque su papá le pegaba y su marido, también y porque no sabe hacer otra cosa. Huyó a la capital con sus dos hijitos de dos y tres años.
A mi siempre me ha gustado que las mujeres sean autosuficientes, que se desarrollen en su campo profesional a todo lo que dé su capacidad. Entre cliente y cliente le regalaba un vasito de esquites, un elote con mayonesa, queso y chile piquín; o a veces le llevaba su refresquito. Eso le atrajo de mi. Sabía que mi cariño era sincero, sin mancha alguna. No le cuestiono lo que pasa adentro y ella nunca me cuenta. No soy curioso. Yo realmente estoy enamorándome cada día más y más de ella.¡Ay, Eduviges! ¡Qué padre encontrarte en mi vida!

Me fascina la forma como se para contra la pared de los baños Ramiro. Se recarga con una seriedad digna de una diosa griega. Con su mirada busca la mirada de los probables clientes. Los reta, los invita. Los seduce. Para cuestiones laborales, se llama Wendy. Dice que eso le da más realce y categoría ante sus amigas y atrae más a los ávidos hombres que buscan invertir un poco de dinero en mucho placer. Los atrae, los excita. Tiene fama de brava.
Todas las noches espero que acabe su rutina y la acompaño a su casa. Aún no le pido matrimonio porque sé que tengo que juntar un buen dinerito para rentar cerca del barrio de la Merced. Así, a los dos nos quedaría muy bien vivir cerca de nuestro lugar de trabajo. He leído que sólo se es feliz si uno ama lo que hace. Mi vida es vender los elotes que adquiero tempranito en la Central de Abasto y que llevo a Izazaga. Pasear por Internet. Ella dice que ama lo que hace. Que en su labor diaria no involucra sentimientos y eso la hace sentir feliz. Toma su trabajo como una forma de alcanzar la paz interior. Estoy dispuesto a mantener a sus dos hijos y a su mami, Roberta, que los cuida en un cuartito por Tacubaya donde viven. 

Pensamos tener dos hijos y criarlos en el más estricto mundo de valores con una religión buena.
¡Oh, Dios mío! ¡Gracias por hacer que a mi vida llegara la felicidad!



laj