jueves, 31 de diciembre de 2009

¡Zas!

La joven cantante del bar en el que estaba con un grupo de amigos me veía canción tras canción, insistentemente. Sólo me miraba a mi. Me veía con extraña dulzura, sin quitarme sus bellos ojazos de encima. Esto lo notaron todos mis amigos y el bar completo. Saben de mi debilidad por las mujeres. De mi facilidad para ligar.

Cuando estábamos pagando la cuenta y despidiéndonos entre nosotros, el mesero me hizo llegar una servilleta con un recado de la vocalista que decía: "Papá, al fin, después de catorce años buscándote te he encontrado aquí. Regresa a casa. Mamá, los gemelos, tu hijo Silvino y yo te seguimos esperando. Con amor de hija, Andrea, tu ojitos bonitos".



laj

No hay comentarios:

Publicar un comentario