miércoles, 30 de diciembre de 2009

Rosy La Chica del Aliento Espantoso (Basado en un Hecho de la Vida Real)


Este es el relato de una chica de dieciséis años llamada Rosa, de cariño Rosy, que vivía muy contenta y feliz con sus padres y dos hermanos menores, uno de siete años y otro de cinco; Pedro y Pablo, respectivamente.

Rosy era muy bonita y eso no se lo decía su espejo, sino las miradas de todos los chicos de la escuela y los de la calle. Era de pelo negro y largo, no muy alta y de complexión regular, con un lunar pequeño un poco arriba de las pobladas cejas.Era de carácter alegre, fiestera y muy popular entre la comunidad estudiantil. No había reunión social en la que no participara amenamente y a la que no fuera invitada. ¡Era un torbellino!

Pero un día Rosy se enamoró y ahí cambió toda su vida. Empezó a dejar de comer, a dejar de hacer sus tareas , a dejar de dormir y a ponerse extraña y de mal carácter. Su actitud hacia los demás había cambiado mucho. En la escuela sus amistades lo notaron y en su casa también.

Guillermo, Willy de cariño, era el indirecto responsable de todos los malews de la bella Rosy. Era un muchacho alto, muy fornido de nacimiento y muy apuesto, que gozaba de gran fama entre las chicas del colegio. Gran figura deportiva de la escuela. Tenía dos años más que ella.

Extrañamente, en vez de que Rosy se preocupara más por su apariencia personal, no; fue absolutamente todo lo contrario. Dejó de ir algunos días a la escuela y se retiró de las actividades a las que estaba acostumbrada y todo aquello que tuviera que ver con la gente. Rosy poco a poco se fue haciendo triste y muy callada; tamto, que casi nadie la reconocía. A Willy no lo iba a ver, ni él a ella. El la empezaba a odiar en silencio.

¿Por qué Rosy ya no andaba de arriba para abajo como solía hacerlo? ¿Por qué se resguardaba en su cuarto y ya no había poder humano capaz de hacerla salir? ¿Por qué Rosy había cambiado? ... Aquí está la respuesta:

Cuando uno es joven y se enamora , el cuerpo sufre una serie de cambios inimaginables de manera orgánica-hormonal, que repercute en reacciones tales como: abundantes cantidades de grasa en la piel, palpitaciones, sudor incesante en manos, pies y ombligo, ojos saltones, etc. Pero Rosy había hallado un cambio extra que no podía soportar, era increíble que algo así le pasara a ella; creía que estas cosas sólo les pasaban a los demás; era algo terrible y no se explicaba el por qué. El punto medular es que Rosy... ¡tenía mal aliento!

Paulatinamente su familia se iba dando cuenta del temible olor a fetidez que salía de su boquita en forma de corazón. Su mamá no se le acercaba mucho y su papá procuraba establecer conversación con ella a una distancia razonable

¿Qué hacer? Pensó Rosy al borde del colapso nervioso. ¿Cómo solucionar esta situación?

Presa de una desesperación absoluta recorrió todas las tiendas buscando algo más que unos dulces de menta, quería algo mágico, algo que acabara con su aroma de una sola vez, algo en qué confiar.

Al no tener mucha suerte en su búsqueda, decidió ir a visitar a cuanto doctor conocía y se encontraba en el directorio telefónico, hasta que llegó con un halitólogo (especialista en el mal aliento), quien le dio en una sola visita la causa de su mal y el remedio.

Usted nunca se ha lavado los dientes desde pequeña y además, es muy natural que al ser joven y estar enamorada, su hígado secrete sustancias de desechos, lo que por consiguiente provoca ese espantoso y agresivo aliento que usted lleva y trae a todos lados, acabó diciendo el facultativo de manera magistral y levantando la ceja derecha.

A Rosy le brillaban los ojitos. Había llegado al fin el día de su cura. A ella nunca  le habían dicho en su casa que los dientes se debían lavar, nunca. Después de agradecer al médico, salió como alma que lleva el diablo, con dirección a su casa. Sus hermanitos la vieron venir a lo lejos y huyeron rápidamente, para esconderse detrás de un enorme árbol de nísperos.

Como nunca en su vida lo había  hecho, Rosy comenzó a lavarse los dientes compulsivamente, no tres veces al día como se lo había recomendado el doctor, sino... ¡treinta y siete!

Willy, quien ya había sentido los estragos del aliento infame de su novia, había permanecido oculto en su casa durante dos semanas para no encontrarse con el descompuesto olor que Rosy guardaba en su boca. Iba caminando por la calle, con rumbo a casa de su novia, decidido a terminar con ella; cuando providencialmente se la topó justo a la mitad del camino, abajo de un frondoso árbol de duraznos, que meneaba sus hojas al compás del apacible viento. Antes de que Willy se atreviera a decir algo, se aventó hacia él y colocó sus brazos alrededor de su cuello , para decirle melosa: "¿dónde te habías metido, bombón?". Willy jaló aire y aguantó la respiración desde el mismísimo instante en que su zorrillesca novia se le abalanzaba a toda velocidad, pero no resistió mucho y sacó el poco aire contenido en sus pulmones. Mas al percibir un agradable aroma a eucalipto mentolado que provenía directamente de las fauces de su Rosy, su cara se volvió a iluminar y comenzó a besarla de manera excesivamente amorosa. Ella se dejaba querer.

Rosy volvió a ser la misma y recuperó a todas sus amistades, incluyendo a su familia y a Willy, su novio. Desde ese día Rosy ha adelgazado bastante, pues por estar preocupada en lavarse los dientes tantas veces al día, hay ocasiones en las que se le olvida comer; pero aún así, vive muy feliz en compañía de los seres que la quieren, a pesar de que todavía su aliento deja mucho que desear.



laj


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