viernes, 4 de diciembre de 2009

Truhán

Siempre he tenido la oscura fantasía de robarme las limosnas de la iglesia de la comunidad.

Una noche de domingo me decidí. Una vez que salió toda la gente de misa de siete, me colé hasta atrás del confesionario esperando el momento indicado para actuar. A punto de cometer mi fechoría, unas sombras en la oscuridad del recinto sagrado detuvieron mi afán antisocial.

Vi con tristeza que el sacristán se me había adelantado: se repartía el botín con el monaguillo.



laj

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