jueves, 3 de diciembre de 2009

Hambre

Un lobo aullaba sin cesar cada dos noches afuera de la casa, hubiera luna o no. Harto, decidí ponerle fin a sus molestas serenatas. Agarré el bebé de Micaela, la del 2 y se lo aventé por la ventana.

El lobo no volvió a hacer ruido otra vez.



laj

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