Aunque tenía dos trabajos, no dejaba de envidiar a la gente que tenía verdaderas pasiones o aficiones y les dan salida los fines de semana, principalmente.
Ir al futbol, a los toros, al hipódromo, a apostar al casino, a rezar al templo, a círculos de lectura, a bailar zumba, a ver los aviones, al cine, a jugar ajedrez, a un concierto, a tomar un café, a chatear en las redes sociales de Internet, al gym, a hacer yoga, a aprender metafísica, dianética, empezar una dieta...
De alguna manera odiaba a esa gente. Sólo me limitaba a trabajar, trabajar y a veces veía la televisión, preferentemente en los canales especializados de noticias, quedándome dormido la gran mayoría de las veces. Mi señora era igual. No le daba la gana salir a ningún lado a nada y a todo mandado siempre enviaba a la muchacha que nos ayuda en la casa de nombre Elisa.
Sí. mi vida definitivamente era muy aburrida.
Sí. mi vida definitivamente era muy aburrida.
Una noche que me disponía a dormir, unas señoras tocaron la puerta de mi departamento. Eran fervientes creyentes en que el tejido era lo de hoy. Me explicaron las bondades de la labor y lo reconfortante y adictivo que puede volverse esta afición.Me animaron a ir con ellas a aprender y a afiliarme a su club.
Después de dos meses de ir todos los sábados y domingos a clases, ya llevo hechos dos chalequitos y seis chambritas bien cuquis!!
laj
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