sábado, 21 de noviembre de 2009

Pasta


Ayer recibí una invitación por correo a una cena-gala que se va a celebrar en Alemania, el último sábado de este mes, con motivo de mis sesenta años de actor.

Nunca, hasta este día, había recibido ningún tipo de reconocimiento. De nada.

Sé que las películas en las que participé no fueron lo exitosas que los productores y directores hubieran querido. Pero no le hace. Al fin había llegado mi momento. Sería nuevamente hermoso estar entre los reflectores, las actrices, la prensa, el olor a éxito.

Al llegar a Dusseldorf, Alemania; la gente de la producción y los patrocinadores fueron por mí al aeropuerto. La prensa me detuvo unos minutos y yo gustoso accedí a dar algunas entrevistas.

Era una noche helada, pero la calidez de la gente que me recibió, hizo que me olvidara del frío.

La noche siguiente era el evento. Los reconocimientos fueron para varios actores y actrices con trayectoria de cincuenta años y más. Primero cenamos unos riquísimos ravioles y langosta, acompañados con vino tinto del Rin. 

Esperé. Esperé.Y esperé. No escuché mi nombre y el evento ya había acabado. Ni siquiera como una mención especial. Nada. La gente se despidió y se retiró contenta. Me dio gusto ver a tanta luminaria con la que había trabajado alguna vez. El glamour del evento fue desapareciendo poco a poco junto con toda la gente que iba abandonando el lujoso lugar.

Ni hablar. Lo tomé con madurez. No quise pedir explicaciones y me fui. Encendí un cigarro. Lo fumé en la calle en el transcurso a mi hotel.

Sí. Tengo más de sesenta años de actor y he participado en películas con la gente que estuvo en el evento. No entiendo qué pudo haber ocurrido.

Hoy es una mitad de Ribotril y dos de Diazepam. ¿O una de Diazepam? ¿Cómo era?



laj

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