martes, 24 de noviembre de 2009

Mutis

¡Eres un monstruo!-- me gritó mi señora inesperadamente, temblándole la papada.

Con no poco enojo recogí mi abombada, grande y escamosa cola, llena de una masa gelatinosa indescriptible. Pesadamente me la enredé en la espalda y agobiado por el mal humor de mi mujer, salí corriendo de la casa en mis 247 huesudas y retorcidas pezuñas.



laj

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