La policía siguió mi rastro y me encontró cerca del lago del cerro, a un lado del cementerio, alimentándome de hierbas. De nada me sirvió huir a las montañas tratando de evadirme de la acción de la justicia. Fue inútil. Todos en la aldea saben que yo fui el culpable de embarazar a las seis "hijas" de don Ovidio.
Las camadas de becerros salieron todos igualitos a mí.
laj
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