domingo, 29 de noviembre de 2009

Grandeza

¡Ay, papá! ¡Mira qué chichotas!

El niñito de unos cinco años causó risas de la gente que esperaba con ansias entrar al teatro. Un mural con motivos aztecas dentro del mismo fue el responsable de la exclamación espontánea de este pequeño.

Una señora de corta estatura que andaba por ahí, al oír al chamaco, se tapó apresuradamente sus dos chiquitines bolillitos que crecían de su pecho.

Pero había una señora distraída formada en la fila de la taquilla, que creyó que el niño se dirigía específicamente a ella. Apenada por cargar con tremendos bultos de tamaño descomunal, se vio en la urgente necesidad de huir de ahí a toda velocidad.

Se salió de la fila, sin voltear para atrás corrió rauda y veloz. Se cruzó avenida Insurgentes y el Metrobús le dio un aventón.

Hoy se recupera en un hospital del sur de la ciudad por los golpes recibidos y de paso aprovechó para reducirse a tamaño minimosca semejante par de senos, para que la gente deje de meterse con ella.



laj

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