martes, 10 de agosto de 2010

Muertes Raras IV

Isaías tomaba alcohol con sus amigos y jugueteaba alrededor de las albercas del balneario donde estaban de visita ese fin de semana. Se sabía entre toda la palomilla que a Isaías se le botaba la canica cuando se ponía ebrio. Cuando no se ponía a llorar, le daba por echar pleito con cualquier persona extraña que pasara por donde estaban tomando. Si estaban bebiendo en algún lugar cerrado, el pleito era directo con los meseros o con el personal del bar. Si era al aire libre, algo se le ocurría para estar de desastroso. 


Esa, su última noche en ese lugar lleno de albercas, hizo algo impensable. Discutía con Alfredo que él había sido un famoso clavadista y su amigo se reía en su cara diciéndole que era un mitómano. "¡No! ¡Tienes que creerme, fui casi seleccionado a las Olimpiadas de 1992 en Barcelona, España!", gritaba con voz en cuello. Alfredo se divertía, retándolo: "Tú no eres mas que un pinche pedote". Irritado como nunca se decidió a mostrarle a su amigo que lo que le estaba diciendo era cierto. Dejó su vasito de plástico lleno de ron en el pasto y poco a poco y como pudo se fue desvistiendo hasta quedar en trusa. Los demás sólo le reían divertidos al ver qué barbaridad iba a hacer esta ocasión. 


"¡Mira!", y corrió como poseído a aventarse a la alberca más lejana de las cuatro que estaban cerca de donde convivían.  Su cuerpo elástico se elevó una altura respetable y lanzando cabeza, hombros, brazos y manos hacia adelante, se proyectó al agua con la plasticidad y gracia de un guepardo persiguiendo a una gacela.

¡Poink! 

La oscuridad de la noche y el torrente sanguíneo llenó de alcohol de este ex deportista, no le permitieron fijarse que el pedazo de agua que escogió para aventarse era el chapoteadero. Su cabeza la dejó regada adentro de la alberca para niños y su cuerpo quedó inerte.


Lamentable.



Fin
laj





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