Trabajo en la recepción de un hotel en una de las joyas turísticas del país. El BBG. En plena parte alta de la península de Yucatán, el negocio ha ido creciendo de tal modo que los dueños han adquirido los dos pequeños hoteles que le circundaban, uno al lado izquierdo y el otro en la parte opuesta. En la expansión el hotel original está cada vez más grande. Y cada vez ganando más playa.
Este lugar está indicado para gente joven, soltera que viene a deschongarse. Hay espectáculos específicamente para adultos, van strippers y bailarinas exóticas, y hay un día en la semana que se llama "everything goes", todo se vale, en español. Es el día que más trabajo tenemos y más gente va. No necesariamente son huéspedes, pero en el patio central del BBG desfila cualquier cantidad de turistas, generalmente intoxicados con alcohol o alguna droga de esas inhaladas o fumadas, sin riesgo de ser sancionados, pues estando adentro del hotel nadie está en riesgo de perder su libertad. Amén de que uno de los dueños es miembro del Consejo de Administración de la Asociación Mexicana de Hotelería.
En cada uno de los cuatro restaurantes con los que contamos, Comida Italiana, Comida Oriental, Comida Mexicana y Comida del Mar, se pueden ver a los comensales muy decentes tomando sus sagrados alimentos. Respetando el dress code, código de vestimenta, de cada uno de los locales donde se sirven las deliciosas viandas especializadas. En unas horas más tarde-- el espectáculo empieza a las 11.30 y acaba como a la una de la mañana-- todos están absolutamente transformados. Nosotros como empleados del lugar no tenemos acceso al show. Pero después nos dejan ver los animadores algunas de las fotos que llegan a tomar dentro de sus espectáculos. Es algo para estar despierto toda la noche. No hay escenas de coitos, ni de cuestiones de actividad homosexual. Todo lo demás, sí. Hay una gran holgura en cuanto a cuestiones éticas o de moralina barata. Quien decide entrar al show sale con pareja cuando menos para esa noche.
El hotel, con las adaptaciones de crecimiento se ha hecho muy grande. De tener originalmente 104 cuartos, ahora ya cuenta con 389, debido a la anexión de sus dos ex competidores anteriores. Al entrar al BBG hay que caminar por un pasillo de unos quince metros de largo donde hay cuadros colgados de litografías de la revolución mexicana y sarapes muy mexicanos, del otro hay un extenso espejo que seduce a los visitantes. Al acabar el pasillo, del lado izquierdo está la recepción donde les damos entrada y salida (check-in y check-out) a los huéspedes. A partir de ahí si uno toma hacia la izquierda se va al hotel más antiguo, que son dos edificios paralelos, uno enfrente del otro. Se unen al final como en una herradura cuadrada y se intercomunican con un pasillo por cada piso. Los balcones se encuentran cara a cara y enmedio de ellos hay un andador con prados muy cuidados y flores diversas sembradas y gigantescos árboles que en el día dan una sombra salvadora. Antes de tomar el pasillo central, sale otro pequeño andador que da a la piscina principal. En las noches siempre está el bar abierto y hay hot dogs hasta las tres de la mañana, hora que acaba el servicio.
Hace dos años, Jacinto, un chef que tenía problemas de ansiedad desde que se separó de su esposa, se suicidó en el ala sur del hotel, en la última parte anexada, clavándose un cuchillo cebollero en el estómago, atravesándose de lado a lado en una de las habitaciones de ese lado del BBG. Esa noche, al terminar su jornada, eran las doce de la medianoche, desvió su camino hacia el edificio del último hotel anexado y previamente nos había visitado en la recepción, metiéndose al espacio donde tenemos y controlamos las llaves. Después supimos que había agarrado la llave del cuarto 322. Se encerró y ahí quedó. En la mañana del otro día, a las siete, hora en que se hace el cambio de turno, vimos la falta de la llave. De inmediato acudimos con la llave maestra que siempre está en la caja fuerte del hotel y fuimos más de seis personas hacia allá. El gerente del hotel, gente de recursos humanos, y supervisores de recepción y yo estábamos de testigos para saber qué era lo qué había pasado. Atravesamos la otra alberca en forma de óvalo grande que adornaba la entrada a la otra ala del BBG y ahí íbamos preocupados porque la esposa de Jacinto había llamado alarmada diciendo que su marido no había llegado a su casa esa noche. Esperamos lo peor.
Y lo que vimos fue eso: lo peor que pudo haber pasado. Con la televisión encendida, el cuerpo inerte de nuestro ex empleado yacía acostado boca abajo con el gran cuchillo saliendo por la parte baja de la espalda y habiendo entrado a la altura del ombligo. Llamamos a la policía y al forense y en unas horas ya habían limpiado el cuarto.
Recuerdo mucho su cara de susto con la que se despidió de esta vida. Los ojos tan abiertos y esa expresión tan, tan aterradora. Se ve que en el último instante "vio" algo que lo llenó de pánico y parece ser que se había arrepentido de su terrible decisión. Sus ojos abiertos al máximo y esa mueca son hasta la fecha algo que me llena de intranquilidad, de zozobra.
No nada más yo tengo esa sensación. Ya somos casi todos los empleados de este BBG que lo hemos visto en el pasillo, afuera de ese tenebroso cuarto 322. Todas las noches, sin excepción, su silueta difuminada y que hace un contraste extraño con la tibia luz lunar, se aparece recargado en el barandal y da la impresión de que está fumando. Después se lleva las manos a la cara y hace como si llorara. Después se mete al cuarto y no vuelve a salir. Siempre es en el lapso de las 12 a la dos de la mañana. También muchos huéspedes han tenido la mala fortuna de encontrárselo y más de uno han salido huyendo del BBG despavoridos para no volver jamás.
El caso es tan conocido, que a los trasnochadores en los espectáculos propios del hotel, se les invita a pasar a ver a Jacinto, el fantasma del BBG, como una atracción turística más. Tienen que estar en completa calma y silencio para que entre la medianoche y las dos de la mañana aparezca la silueta del desafortunado chef. Ha habido muchos turistas o huéspedes que no han soportado el pavoroso momento y al otro día se retiran no sólo del hotel, sino del país. Otros más le han tomado fotos y esos mismos testimonios navegan ahora en sus redes sociales por Internet.
Todas las noches, puntual a la cita, llega la hora en que Jacinto sale a llorar su desgracia. Lola, una hermana menor de él, al hablar con las autoridades, dice que Jacinto se llevó el chasco de su vida, al comprobar que la mujer con la que tenía apenas dos semanas de casado, hacía dos años, no era en realidad mujer. Era un hombre delgado de ojos muy grandes y fulgurantes que se hizo pasar por fémina para poder entrar al país, ya que era oriundo de Centro América. Se dio cuenta de eso un patético día que le enjabonaba todo el cuerpo en la regadera.
Nunca se casó con Nancy. El se llamaba Agustín.
laj
No hay comentarios:
Publicar un comentario