martes, 19 de enero de 2010

Desilusión


Me entregué a ti y de nada sirvió. No te quisiste casar conmigo. Me habías dicho que si nuestro amoroso cariño crecía día tras día, lo más probable sería que dejaras a tu esposa y dos hijos y te vendrías a mi lado a hacer una vida como pareja feliz. Por eso cedí. Por eso mi cuerpo languideció ante tu vigoroso empuje. Dejé que me amaras todas las veces que quisiste. Fui prácticamente un objeto de tu uso y de tus burlas. Me veías cuando querías. Estaba a expensas de lo que necesitaras y era tu más fiel servidora. Sólo era para ti. Me conformaba con migajitas de tu afecto. Por eso tantas cosas de las que no me arrepiento. Por eso todo.

Siendo una connotada psiquiatra con estudios de especialidades en el extranjero, y hablando a la perfección seis idiomas, me enamoraste locamente cuando todas las mañanas pasabas en tu bicicleta vendiendo churros frente a la casa.

Lo bueno es que mis hijos me visitan la próxima semana y ya no te veré más. Me iré con ellos de vuelta a Londres. Necesito la brisa calmada del Támesis. Ya no quiero vivir en esta ciudad contaminada, llena de gente y con tantos problemas. Ya no aguanto más este corazón destrozado.



laj







No hay comentarios:

Publicar un comentario